Don Bosco, un joven sacerdote, se encuentra en las calles de Turín, a muchos jóvenes que vienen del campo buscando trabajo, jóvenes sin hogar que pasaban hambre y penurias, al conocer esa realidad Don Bosco supo que tenía que hacer algo. En 1850, Don Bosco ya había fundado varios oratorios en Turín para atender a esta juventud perdida.
Don Bosco crea un estilo propio donde sale al encuentro de los jóvenes y donde las correcciones no se hacen con castigos (como era habitual en esa época).
Baso su sistema preventivo en lo siguiente: